Sr. Cruz Echeverria, Sr. Rufino, Sra. Cecilia Zudaire y Félix Echeverria

Las costumbres en la antigua Aramendia eran muy similares a otros pueblos de la Navarra rural.

LABORES DOMÉSTICAS

Los habitantes no sólo sabían hacer el pan, hilar, tejer, coser las ropas, hacer carbón, cultivar la tierra, sino incluso construían sus propias casas, sus corrales, etc. Indudablemente era gente con muchos conocimientos. Las casas se abastecían con sus propios productos, gracias a la huerta, donde se recogían todo tipo de verduras y a los árboles frutales: manzanos, nogales, ciruelos y la carne, los huevos y la leche.

En todos los pueblos la fuente era un punto de relación especialmente para las mujeres, allí se juntaban en animada conversación, portando la rada donde transportaban el agua. Las mujeres del pueblo, mujeres dignas de admiración, además de cuidar los hijos, realizaban los trabajos de la cuadra y ayudaban en los del campo. Una de las tareas más costosas era la de lavar la ropa. Antes de la traída de las aguas a las casas se tenía que usar el lavadero del pueblo,

También el jabón se fabricaba en la propia casa, para su elaboración se recogían todos los restos de sebo y grasas sobrantes, se ponían a hervir con sosa, se removía bien, y al cuajar se formaba el jabón.

La ropa, una vez lavada, se blanqueaba así: en una caldera grande se colocaban unos palos cruzados en la base y encima se ponía la ropa que se deseaba blanquear, todo se recubría con una arpillera y encima se depositaba ceniza del fuego. Posteriormente, se iba echando poco a poco agua caliente, que iba filtrándose. Se obtenía una blancura superior a la que dejan algunos detergentes.

El pan lo elaboraban las propias mujeres, generalmente una vez por semana, con trigo de la propia cosecha de la casa y en hornos de ladrillo. Para cocer el pan se utilizaba madera de roble. El pan era el alimento principal, y su utilización requería un ritual. Al empezar a comerlo se santiguaban y se besaba. No estaba bien visto clavar el cuchillo en el pan.

Existía una tradición con el pan. Se tenía un cestillo en el que por turno familiar cada domingo se cubría con un paño y se depositaba una hogaza partida en trozos pequeños. El sacerdote bendecía el pan y al salir de la misa dominical cada persona tomaba un pedazo, se santiguaba con él y lo comía.

LAS VIÑAS

En estos momentos, después de la Concentración parcelaria, no queda en los límites del pueblo más que un par de cepas aquí o allí, pero antes de la reunificación de parcelas, cada casa buscaba en sus piezas el sitio más soleado y resguardado para plantar sus viñas y en la mayoría de las casas tenían su pequeño lagar y bodega donde se almacenaba un vino de considerable calidad para el consumo de todo el año

LAS COMIDAS

Se comía siguiendo la hora del sol: Al amanecer, antes de empezar las tareas, los hombres bebían una copa de orujo con una tostada. Antes de salir para el campo desayunaban. A media mañana, les llevaban habas o calbotes. Hacia el mediodía la comida consistía en alubia, berza, etc , pan y vino, a media tarde, en época de trabajo se comía algo para aguantar la jornada y a las ocho u ocho y media la cena: berza con patatas o patata sola, tocino con tomate y pan.

Se aprovechaba todo lo que daba la naturaleza. Así pues, se solía comer lo que abundaba en cada temporada: caracoles, pájaros, moras, pacharanes, etc. Durante el otoño se recogían frutos secos. Se ponían a secar al sol las avellanas, nueces, ciruelas, etc. y cuando estaban bien secas se guardaban en los cuartos de arriba.

LA MATANZA (matatxerri)

La matanza era tarea de los hombres y se realizaba temprano. Fijado el cerdo mediante un gancho que se le coloca encima de un apoyo y se le introducía el cuchillo bien afilado en la yugular, y se iba recogiendo la sangre, tarea que realizaban las mujeres. Una vez muerto se queman las cerdas con helecho limpiando a continuación la piel con un trozo de teja, o cuchillo y agua muy caliente.

El primer día se limpiaba el vientre del cerdo, y se hacían las morcillas tripotak con la sangre, arroz, cebolla y nuez moscada. Con la carne del cuello, cortezas y asaduras se hacían las birikas, su nombre significa pulmón en vasco, el resto se dejaba para hacer longanizas lukerike. Todo se metía en una cesta y se repartía por las casas de los parientes y vecinos. El resto se guardaba en sal: los cuatro cuartos, las patas y las orejas; la cabeza se partía por la mitad, y se guardaba en la misma artesa. En unos pucheros grandes llenos de manteca se metía el lomo bien fileteado y frito, las costillas y la longaniza, de esta manera se conservaban hasta el verano.

La Txingarrada (Fiesta del matatxerri

El día que se mataba el "cuto", la cena siempre consistía en patatas cocidas y compuestas con la grasa de la txingarrada; también era costumbre hacer puerros con aceite y vinagre.

La txingarrada consistía en freir mucho los trozos de cerdo de la parte de la papada y cabezada junto con los pedazos menos lucidos (no los de primera calidad). Cuando ya estaba bien hecho se le quitaba la grasa para componer las patatas y al resto se le añadía unos pimientos secos troceados, previamente cocidos. A esta cena acudían los que habían estado ayudando en el matatxerri.

Sopas de tartera

En una tartera de barro poner pan cortado en lonchas finas.

Encima se colocan unos trozos de longaniza y se cubren con más rebanadas de pan.

Echarle un poco de agua y se tapa.

Se mete al horno y al cabo de un rato se colocan unas brasas sobre la tapadera, consiguiendo que se gratine.

TRABAJOS

Los inviernos de antaño, según cuentan, eran más duros que los actuales y la gente se quedaba a menudo aislada en los pueblos; por eso se hacían caminos con palas para ir de casa a la iglesia, y a la escuela. Se solía ir a la cama nada más rezar el rosario.

Sorprende la austeridad de nuestros antepasados capaces de pasar con bien poco. Cuando caían fuertes nevadas y se quedaban aislados, bastaba con tener leña y harina en casa, de esta manera ya se sentían seguros de no pasar hambre.

Los animales en general han ocupado un lugar importante en la vida de la gente del pueblo, proporcionando fuerza en el trabajo y alimento. La vaca y el buey han sido el eje de la economía familiar. Los novillos de dos años eran castrados para convertirlos así en bueyes. La pareja de bueyes realizaba grandes tareas y era el símbolo de una economía más próspera.